TOMI Y LA PREGUNTA Y LA POESÍA

Posteado por Carina Kaplan en Fb

Pusieron la foto de Tomi en un estado de whatsap del curso. Una en la que estaba distraído, los ojos semicerrados, el pelo un desastre, la boca abierta.

Porfa, bajenla, pide, y recibe de respuestas risas y stikers. Llega llorando a la casa. No quiere hablar. No cuenta. No quiere preocupar a la madre que demasiado tiene ya con el trabajo de enfermera por las noches. La carpeta duerme el sueño eterno en la mochila y él no quiere volver a la escuela para ser otra vez el blanco de las burlas. No encaja en los grupos, nadie lo busca en los recreos, nadie se daría cuenta si un día no vengo más, se dice.

Pero hay una profesora que lo mira. Que advierte la chispa en los ojos cuando hablan de poesía, que nota su tristeza y que pregunta.

Y tal vez sólo esa pregunta le devuelva a Tomi las ganas de quedarse, de encontrar en los libros que ella le pasa, poemas de otra gente que también estaba sola y encontró el universo de las palabras.

Pasa la tormenta, la foto que suben al estado de whatsap ahora es de otro. Y es ahí cuando él se anima a avisar al preceptor, a hacer público el dolor a que son sometidos unos cuantos. A veces es más fácil luchar por los demás que por uno mismo. Hay una madre que viene a la escuela y hace un escándalo, otro profesor que plantea una clase sobre el acoso y más adultos que se entrometen y logran hacer conciencia del daño.

Tomi vuelve esa tarde a la casa y la madre le alcanza un té con tortilla calentita.

Qué suerte que a veces, la taba cae boca arriba y se acomodan los dados y el dolor pasa como un pájaro negro que vuela lejos. Qué suerte que aún hay poesías y profes que miran y madres, aunque sean las de otro, que se animan a gritar en las escuelas.

Estado de whatsapp, de Marcela Alluz