En primer lugar, trataremos de observar con estos ojos más “emocionales” a los chicos….

Buscar alternativas…, decidir hacer algo…, probar…! Puede ser que no dé resultado (por lo menos inmediato…) pero no dejar pasar! Que sepan que nos preocupamos-y nos ocupamos– por lo que les pasa….

En 2° año de una escuela media, una de las alumnas estaba siempre dispuesta a todo…,”¡pero profe! Hago cualquier cosa menos básquet!”. El profe se dio cuenta que la pasaba muy mal cuando se equivocaba, no lo podía aceptar…

Pensamos que, en estos casos, no tenemos que “mandar al frente”. Que hay que dar tiempo, no forzar, sostener la oferta y conversar en lo posible pero sin presionar.

Reconocer los progresos, a veces hasta la exageración: cuando se animan a probar, cuando mejoran un poco, cuando vemos esfuerzo. Señalar ante el grupo. Aprovechar todas esas situaciones para rescatar la palabra APRENDIZAJE, la palabra AYUDA si la hubo de algún/a compañero/a

Esto requiere observar con atención para destacar esos logros, aunque sean pequeños, especialmente en aquellos alumnos que participan poco, no les sale, son dejados de lado (tanto en aprendizajes, mejoras en la ejecución, actitudes hacia los compañeros…)

Por ejemplo, “Cuando proponía armar equipos con quién ellos querían, siempre quedaba un grupo con los menos habilidosos a los que nadie quería elegir… Yo decía para poder jugar necesitamos que algunos se cambien de equipo y a quienes lo hacían “les agradecía diciendo que ahora podíamos jugar”…

Si bien ahora esta no es la única forma de proponer la división de equipos, vale decir que esto provocaba en las siguientes clases (de a poco) alumnos dispuestos.

En este mismo sentido y para que no sea solamente la palabra del profe sino que lo valore cada uno/a y el grupo, buscar alternativas de registros que se repiten cada equis tiempo para que c/u y el grupo note  si hay progreso, si hay aprendizaje. También evaluaciones compartidas.

La base de  todo esto es la idea de que el reconocimiento propio y grupal del “yo puedo” es la base del aprendizaje (y de la integración grupal en la escuela).

Y seguimos con esta idea de que “se den cuenta de que aprenden”. También la propuesta de enseñanza es definitoria. Requiere armar una secuencia en la que las variadas situaciones que presentemos den oportunidad de aprender (practicar, comprender) el /o los contenido/s en cuestión.

Lo que dijimos antes no debiera oponerse a ofrecer también una diversidad de contenidos para que conozcan todo, puedan pasar por lo que le gusta mucho y no tanto, lo que le sale y no tanto, en lo que puede ayudar y en el que puede pedir ayuda… Y puedan ir a un club o polideportivo a practicar lo elegido.

En 5° grado Isa en un momento sale de la clase y se tapa la cara. Queda allí. La profe pregunta y no dice nada….Profe le pide a Lena que vea qué le pasa. Vuelve Lena y, muy en secreto, le dice “ que ya sabe…” Cuando termina la clase se reúne con las 2. Le pasaba “que no le salen las cosas, nunca le sale nada….” Y el lugar de Lena, su “lugar de cuidado” también fue, por su actitud y lo que le decía, un descubrimiento. 

Nos pareció muy interesante que pidamos, en algún momento, a un miembro del grupo (a uno o a un grupito) ocuparse de lo emocional del compañero… Crear ese lugar de cuidado….

Y luego pensábamos también que podemos indagar a qué juega, qué le gusta, para proponerlo la clase siguiente, para que se sienta más libre, más relajada, pueda bajar la angustia y que eso le abra la puerta para intentar otras cosas.

Y, como siempre, aparece el gran desafío: hacer institucional la preocupación x el pibe o por el grupo. Poder intercambiar propuestas o, por lo menos, miradas de cómo ven a los chicos otros docentes.

Otro desafío: el equipo de salud de la escuela.