DIMENSIÓN DE POLÍTICAS EDUCATIVAS
Nosotros/as los/as docentes que habitamos las escuelas no tenemos mayores posibilidades de influenciar en la dimensión de las políticas educativas y en los modelos organizacionales. Si bien es importante que hagamos sentir nuestra voz en los ámbitos políticos y gremiales, y que sería bueno que también se nos diera mayor participación en las decisiones referidas a esta dimensión, está claro que nuestra mayor influencia se halla en los otras tres “patas”.
DIMENSIÓN INSTITUCIONAL
A los profes y las profes, muchas veces por toda una historia naturalizada a lo largo de los años, se nos suele percibir (y nosotros mismos nos autopercibimos) como anexos, un poco adentro y un poco afuera de las instituciones. Está claro que la realidad hace que estemos generalmente en muchas escuelas a la vez y que nuestra área suele considerarse “especial” y aleatoria. Asimismo, también es cierto que nosotros/as mismas muchas veces nos colocamos en esa posición, sin participar activamente en las reuniones institucionales, en las reuniones con las familias, etc.
Creemos en cambio que resulta vital poner nuestra palabra a circular, hacer escuchar nuestras voces y ofrecer nuestra mirada, que siempre puede enriquecer y aportar al conjunto.
Una institución inclusiva tiene que ser una escuela sustancialmente democrática, que habilite la participación sustantiva de todos los actores y que, al mismo tiempo, estos se sientan comprometidos y responsables de aquello que acontece.
DIMENSIÓN PEDAGÓGICA
Está claro que se pueden asegurar y generar todas las condiciones materiales, organizacionales y de recursos, se puede lograr una dinámica institucional potente, pero si no revisamos los modelos pedagógicos, las propuestas didácticas, está claro que no habremos de llegar muy lejos. En este ensayo gran parte de nuestro foco ha estado iluminando esta dimensión: Cómo planteamos las propuestas, cómo nos aseguramos la participación de todos/as y cada uno/a, cómo intervenimos, cómo y cuándo andamiamos y cómo y cuándo soltamos. Nada más y nada menos que el oficio de enseñar.
DIMENSIÓN ÉTICA Y ACTITUDINAL
Tal vez este debería ser el primer componente a considerar. La inclusión genuina nos interpela y nos compromete con todos/as y cada uno/a de nuestros/as alumnos/as. Y esto, más allá de lo estrictamente referido a lo político, a lo instrumental o a lo pedagógico, requiere una responsabilidad ética. Las miradas meritocráticas, homogeneizantes, culpabilizadoras e individualistas ya no pueden formar parte de estos “intentos de inclusión”.
Solo desde una pedagogía de la ternura, solo desde un clima y un ambiente de confianza, el grupo en general, y cada pibe o piba en particular, se sentirá seguro emocionalmente para animarse a aprender. Solo una atmósfera que cobije y a la vez aliente generará las condiciones para ir siempre un poco más allá de sus posibilidades.
Está claro que esto implica una perspectiva contracultural que desafía al sentido común imperante en la sociedad. Sabemos que más allá del discurso de lo políticamente correcto la sociedad que vivimos es una maquinaria prolijamente aceitada para producir desigualdades y exclusiones. Persuadidos de que nadar contra la corriente nunca ha sido sencillo, nos sentimos igualmente comprometidos en colaborar, desde la educación en general y la Educación Física en particular, con un proceso de transformación social.