
Colaboración de la Prof. Ana Palala Grinberg
Colaboración de la Prof. Ana Palala Grinberg
Las propuestas institucionales de enseñanza en la naturaleza, partan ellas de las escuelas o de las colonias y los campamentos en períodos de vacaciones, tienen en común sus escenarios al aire libre, sean ellos la plaza del barrio, los parques, el campo, la sierra, una laguna, la cercanía de la costa del río o de la orilla del mar.
Escenarios que ofrecen un contacto cercano con un determinado medio con tipologías naturales; ricos por sus características geográficas, sociales y culturales, por su alto contenido motivador y por contener en sí mismos un capital cultural que, de mediar una intencionalidad pedagógica, resultan valiosos para la adquisición de nuevos conocimientos.
En el marco de una amplia gama, el campamento es la propuesta que se destaca. Su concreción transcurre por un camino en el que el desafío es transformar una propuesta docente en un proyecto de un grupo de alumnos.
El hecho de nacer y/o vivir en el campo o en la ciudad, de estar cerca o lejos de un medio donde prevalezca la naturaleza, son parte de una realidad que nos acompaña, con todo lo que ello implica en cuanto a beneficios y limitaciones; se diferencian entre sí por su impronta y por las huellas que dejan.
Para quienes viven en un medio rural, en regiones montañosas, selváticas o marítimas, en zonas urbanas o suburbanas, éstas representan su hábitat, su lugar de vida, su medio ambiente, el medio en el que les resulta natural vivir. Es lo conocido, donde aprendieron a vivir, a conocer el mundo, a contactarse con lo que los rodea, a establecer las relaciones necesarias para la subsistencia y a vislumbrar o no un camino en la vida. Lo nuevo es lo no conocido.
La historia personal y su ambiente de vida cotidiana son cuestiones objetivas a tener en cuenta al planear propuestas de enseñanza, al analizar actitudes individuales y grupales, como también al seleccionar el lugar de la salida o del campamento.
es el centro de la experiencia campamentil,
La propuesta requiere de docentes dispuestos a conformar un particular equipo.
Se modifica la dimensión temporal: no compartimos algunas horas de clase, sino días y noches. Se suele dormir pocas horas, fuera de casa y, además, nos despertamos juntos docentes y alumnos.
Esta convivencia se da en un espacio en el que habrá que construir acuerdos para aprender a manejarnos con límites mucho más amplios, menos definidos, sumamente novedosos y atractivos, ya sin el espacio “protector-ordenador” de la escuela.
Con asombro nos descubrimos a nosotros y a nuestros colegas.
Los alumnos nos descubren, nos prueban, nos buscan, nos huyen.
También los descubrimos a ellos en nuevas facetas, actitudes, manifestaciones, que no observamos en el marco escolar.