(in)Conclusiones

En el camino recorrido durante estos meses de trabajo, de producción, de debate, de pasos adelante, de retrocesos, de intentar no alejarnos de esa bisagra que une teoría-empiria, intentando no volcarnos a uno u otro lado, podemos establecer de manera provisoria ciertas ideas fuerzas que fueron surgiendo. 

Nada definitivo, nada que no deba ser revisado y confrontado con la realidad concreta de las aulas, nada que no deba ser sometido a las prácticas reales, pero sí con la intención de aportar a nuestra área  algunas herramientas. 

 

A manera de síntesis o de ordenador, nos permitimos lanzar algunas conclusiones:

  • En general la problemática de la inclusión fue abordada desde las dimensiones políticas, institucionales y pedagógicas, que son sin duda pilares a analizar y considerar. Creemos, no obstante, que resulta importante implicar también al grupo de aprendizaje, no dejarlos afuera del compromiso ni de la responsabilidad compartida.  Que todos y todas se sientan incluidas en un grupo es cuestión que nos atañe a todos y a cada uno/a para que esto suceda.

  • La mirada piramidal o verticalista que solemos considerar, esto es, una suerte de cadena de mandos que debe sostenerse de manera unidireccional y de arriba hacia abajo, puede dar paso  a una red de contenciones y responsabilidades mutuas, en donde todos/as nos sintamos contenidos en  una trama común.

    Dicha trama la sostenemos nosotros/as y ella a la vez nos contiene.  Esto puede ser además una instancia de aprendizaje y se alinea con el propósito de contribuir a la conformación de sociedades democráticas sustantivas.

     

  • El foco se desplaza del niño con discapacidad, con dificultades o limitaciones  a los andamiajes  que las políticas, las instituciones y los/as docentes ofrecemos para brindar posibilidades a todos y a todas.

     

  • Las cronologías unificadas de aprendizaje no pueden sostenerse.  Solo sirven a aquellos que, casi podríamos decir,  hubieran aprendido  sin nuestra ayuda.  Por abajo y por arriba el mundo se nos resbala y se nos escapa.

     

  • Cada situación individual y/o grupal es singular. Estamos en el mundo de la praxis.  Nunca la realidad  se va a amoldar a un esquema previo estandarizado.  Dejemos eso para los tutoriales de youtube que son muy efectivos, pero no para el acto de educar.  Allí se requiere, una mirada profunda, compleja, sensible; una oreja que escuche y comprenda sin juzgar; un “dar pelota”.

    Sabemos que las planificaciones universales, estandarizadas y rígidas solo sirven para los mundos ideales. ¿Acaso alguien conoció alguno?  También sabemos que necesitamos cierta mirada estratégica de hacia dónde queremos ir.  El espontaneísmo desarticulado flaco favor le hace a todo intento de enseñanza. Y por supuesto,  no enojarnos con la realidad cuando las cosas no son como la habíamos previsto. Se trata de   estar siempre ajustando las velas, atento a los vientos, al cielo y a la marea.   Como todo buen capitán.

     

  • Por supuesto que no negamos la complejidad que plantea el desafío de la inclusión, pero, está claro que nunca un problema complejo  ha tenido soluciones simples.  Pero, abordar la temática desde la complejidad no deja de ser un gran avance.