La madre para preparar la cena toma una colita de cuadril y le corta la punta, unos 10 cm. y la coloca en una gran fuente para horno que tenía en su casa. Su hija, Mariana, sorprendido, le pregunta: ¿Por qué cortaste la punta de la colita de cuadril…?
La mamá la mira desconcertada, pero también contrariada, porque siente que con esa pregunta le está diciendo: “lo estás haciendo mal”. Y en ese estado de molestia, le responde. Se hace así. Siempre lo hice así.
¿Y por qué se hace así? – le pregunta Mariana, aún más desconcertada por el tono que ha puesto su mamá en su respuesta. Y porque siempre lo hemos hecho así en mi casa, mi madre, tu abuela siempre lo ha hecho así… y es lo que aprendí – fue la respuesta y ahí quedó el tema…
Al día siguiente, Mariana visita a su abuela y le pregunta: -¿Abu, por qué le cortas la punta a la colita de cuadril para cocinarla en el horno?
Y la abuela, sorprendida por lo “obvio” de la pregunta, respondió:
– ¡Porque mi fuente es pequeña y si no le corto la punta… no entra!