Si nosotros pudimos aprender con propuestas basadas en el movimiento…,¿qué necesidad hay de reflexionar en la clase de EF…? Ese momento de quietud e intercambio…,¿es una pérdida de tiempo, como dicen al principio los chicos?
¿REFLEXIONAR EN LAS CLASES DE EDUCACIÓN FÍSICA?
¿Nosotros sabemos si los chicos comprenden el sentido de lo que les enseñamos, si no hablan, explican, preguntan y se preguntan,
responden o no…?
¿Cómo pueden anticipar planes para resolver problemas, probarlos, evaluar su puesta en marcha, corregirlos, si nosotros no les enseñamos que hay un momento de quietud y reflexión, de pensar, decir, escuchar, decidir…?
A veces decimos “los chicos tienen que verbalizar ”…, es decir, poder poner en palabras (comprensibles para otros) sus ideas, sensaciones, cuestionamientos, etc.
Lo primero que probamos en esta línea de la “reflexión” fue “¿qué les gustó más, qué les resultó más fácil o difícil…? de las propuestas de las distintas clases.
Pero, poco a poco, nos dimos cuenta que lo que era más productivo para el aprendizaje era poner en común las diversas formas de abordar y analizar la resolución de los problemas planteados (y no solamente la relación individual con la tarea). Entonces fuimos intentando otras propuestas de verbalización de sus ideas:
Que puedan describir
Hubert Hannoun dice que “describir es organizar un espacio” , organizar la percepción y convertirla en idea trasmisible…, hay una terminología…, no pueden decir “el coso este” o usar el movimiento para “mostrar”: necesitan que esas ideas tengan un nombre comprensible), y también nos permite saber qué ven los chicos sobre el espacio
Que puedan contar un juego
Aquí se puede evaluar qué idea tienen de la estructura de un juego (si nombran objetivo, reglas, organización, espacio de juego)…, y también, si lo pueden compartir con los demás y son comprendidos cuando lo explican.
Que analicen qué pasó en un juego
Qué ven ellos de la relación entre problema de juego y formas de resolver… (si lo consideran una cuestión personal, por ejemplo: “Ruperto pierde siempre los pases…”, “Mireya corre despacio…”, o pueden analizar de alguna forma la dinámica del juego).
- que lo anticipen antes de jugar,
- o que jueguen y luego, en función de la experiencia, lo elaboren
- que evalúen después de jugar si lo pudieron poner en práctica, o por qué falló, como diversos niveles de complejidad de reflexión.
Que lo describan sin juzgar (“a ver…, contame qué pasó….”), que puedan discernir responsabilidades de ambas partes, anticipar soluciones, hacerse cargo de las propias acciones.
Que expliciten, individual o grupalmente, las relaciones que establecen:
- Entre diferentes propuestas de juegos en cuanto a su estructura y organización.
- Entre diferentes tipos de destrezas (variantes de saltos, lanzamientos, etc.)
- Entre diferentes situaciones temporales y espaciales (por ejemplo: el tiempo que tarda mi equipo en trasladar la pelota al campo contrario influye en la organización eficaz de la defensa adversaria. O el tiempo que está una pelota de voleibol en el aire y la factibilidad de impactarla correctamente, o de ejercer una defensa efectiva sobre ella, etc)
Muchas veces, aún sin darnos cuenta, le damos a los chicos, las relaciones “masticadas” por nosotros, Nuestra propuesta es que esas relaciones puedan construirlas los propios chicos. Cuando les decimos “no se amontonen”, “cubran la cancha para recibir”, le estamos comunicando una relación de tipo espacial que nosotros ya conocemos y que consistiría en que la separación de los compañeros aumentará significativamente el área de cubrimiento total de campo por parte del grupo. Este enunciado no se encuentra ni en los chicos mismos ni en el espacio per sé, es una relación que se realiza sobre un campo perceptivo que se contempla activamente.. En la medida que los chicos se apropien de estas relaciones podrán ellos mismos ir resolviendo las situaciones nuevas que se les presenten.
Tradicionalmente lo que nos enseñó el profesorado, lo que motivó nuestra atención, lo que definió nuestra evaluación, lo que influyó en la valoración que los chicos tienen de sí mismos y de los otros, fue el rendimiento motor.
Consideramos que la propuesta de reflexión enriquece los aprendizajes, amplía el campo de los mismos. Por eso creemos que hay que “sacar a relucir” esos procesos cognitivos que subyacen/implican a las acciones motrices:
La reflexión sobre las distintas y múltiples relaciones constituirán el hilo que dará sentido a sus acciones motoras (por ejemplo, si al enseñar un juego “le asignamos” un sector del campo para moverse y un par de acciones posibles, los chicos pueden “participar” con esos elementos, quizás sin saber bien cuál es su parte respecto al plan general…,¿sabemos si aprenden…?, ¿si verdaderamente juegan…?)
Reflexionar es lo que permite el crecimiento. “Me ganó porque salí tarde, porque corre más rápido, porque me distraje…” Si no pueden enunciar la causa del problema, ¿cómo encontrarán una idea que permita modificar lo sucedido?
Por supuesto que para muchos chicos es un proceso espontáneo (en el sentido que no requiere la intervención de la consigna docente), pero eso no implica que el docente no deba provocar ese proceso en todos los chicos para que la diversidad de los puntos de vista y abordaje de las situaciones favorezca un aprendizaje con mayor flexibilidad y riqueza.